lunes, 26 de septiembre de 2011

Calor-café

Hola a todos,  ayer sentí como mi corazón se rompÍa en trocitos
muy muy pequeñitos. Uno no debe ser insensible al dolor ajeno
sea fortuito o en el peor de los casos provocado por uno mismo.
Estaba con Carmela en nuestro turno de domingo por la noche en
el Refugio, en "calor y café" se abren las puertas para recoger a los
sin techo, se les ofrece algo caliente y unas galletas para calentar
el cuerpo antes de dormir, se les da una toalla para ducharse
calcetines limpios y ropa interior, piden un analgésico o tiritas,
 medicación que deben tomar;  todos son atendidos con gran
cariño por 10 margaritas. Se oye hermana perdí tal cosa, necesito
una cazadora, tengo que ir al médico...están en lo más parecido
a un HOGAR aúnque sea por unas horas. Cuando llegamos pude
ver a sor Clara atendiendo a un chico delgadísimo, encorvado con
heridas en las manos, con la cabeza cubierta, apenas podía caminar,
la ternura que desprendian los ojos de sor Clara al miararle es
indescriptible y ahí estaba yo intentando asimilar la degradación
a la que habia llegado un joven de facciones bién parecidas tan
enfermo, me acerqué para ayudarle con la leche y unos ojos
apagados, serenos y de mirada profunda me hicieron ver que a
pesar de aquel aspecto cadavérico aún permanecia en el algo
que merecia repeto, su DIGNIDAD, al menos eso me pareció.
Soy madre y hermana y no puedo ni quiero evitar SENTIR.
Si no puedo evitar el dolor al menos quiero estar ahí para
aliviarlo, por cierto pude ver su sonrisa al preguntarle si querría
unos caramelos. CONTINUARÉ CONTANDOOS COSAS DE CALOR
Y CAFÉ